Juanito
salió de su casa arrastrando los pies. Se sentía triste, no había nadie con
quien jugar en el barrio. Todos estaban en la escuela. Él no había podido ir a
clases ya que una enfermedad lo postró en cama.
Pero nada
más decir el doctor que ya estaba fuera de peligro y Juanito saltó de su cama
rumbo a la calle, pero no había nadie; todos estaban en la escuela.
− ¿Qué puedo
hacer, con quién voy a jugar? –
De pronto
recordó que dentro de su bolsillo tenía un gran tesoro, no de dinero, sino de
cosas que había encontrado en la calle, las cuales para él eran valiosísimas.
− ¿Qué
encontraré primero? – se preguntó mientras metía la mano en el bolsillo. Y
encontró una pelota de tenis sucia y vieja.
− Qué podré
hacer con esto? – Se preguntó. Y echó a correr su imaginación. Vio una pelota
gigante y él sobre ella. Se imaginó que podía recorrer el mundo entero subido
en la gran pelota.
Muy
divertido recorrió países y conoció muchas personas.
Cómo
disfrutó Juanito en su gran pelota.
Metió otra
vez su mano y encontró una resortera. Echó de nuevo a correr su imaginación y
se hizo una resortera inmensa; se acomodó en la gran liga y permitió que la
resortera lo lanzara por los aires.
− ¡Qué
divertido! – Decía.
Veía a las nubes
y a los pájaros y hasta pudo tocar un avión. Fue maravilloso. Juanito sintió
que le salían alas y reía y reía sin parar. No podía explicar lo que
experimentaba. Se sentía libre como el viento; la resortera gigante lo había
lanzado tan fuerte que Juanito no dejaba de volar.
De pronto
sintió que algo lo movía, algo lo sacudía ligeramente.
− ¿Qué será?
– Se preguntaba. – No he sacado más de mis tesoros del bolsillo.
− Es hora de
tu medicina, Juanito.
− Todo había
sido un sueño. No estuve sobre una pelota enorme, no hubo resortera gigante,
sólo fue un sueño.
Juanito aún
estaba en su cama igual de enfermo y no había salido nunca de su casa, pero le
bastó. Aquel sueño lo hizo sentirse bien y libre.
− ¿Querés
que te lea un cuento? – Le dijo su mamá.
− No, mamá−
Dijo Juanito. – Debo dormirme de nuevo para seguir jugando con mis tesoros.
Y cerrando
de nuevo los ojos, Juanito continuó soñando.
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